LeBron James se ha sentado a hablar con cierto detenimiento con Dave McMenamin ante los micrófonos y cámaras de ESPN. En apenas cuatro minutos el alero ha despachado la actualidad de Los Angeles Lakers. A pesar de ir enfundado con el uniforme estadounidense. Como era de esperar, la breve charla ha tenido en Bronny James su punto de mayor interés. James no ha evitado lugares comunes como el hecho de «cumplir un sueño» para ambos.
Pero por el camino sí ha dejado un matiz interesante sobre lo que esperar de la conducta de su hijo mayor. Preguntado por cómo iba a manejar la presión Bronny, el cuatro veces MVP se reía admitiendo que ésta «le da absolutamente igual». James recalca que a él sí le afectaba el ruido mediático cuando llegó a la liga. De hecho, es de dominio público que LeBron ha llegado a vivir obsesionado con lo que de él se decía aquí y allá. «Necesitaba gustarle a la gente».
«A Bronny no le importa eso. Él juega, se deja hasta la última gota de sudor y cuando ha terminado se va a casa a jugar videojuegos. Ni siquiera escucha todo eso. Es todo lo contrario a su padre», apunta LeBron. En dicha charla el Rey deja algunos titulares más como que este puede ser su último contrato, admitir su disposición a bajarse el salario y lamentarse por no haber podido atraer agentes libres de primera línea, «se necesitan dos para bailar tango»; así como aseverar que de veras cree que los Lakers pueden volver a ganar un campeonato con él en el equipo, «ya lo hemos hecho antes».
